miércoles, 14 de octubre de 2015

Galicia, el bonsái atlántico - Manuel Rivas


Título: Galicia, el bonsái atlántico
Autor: Manuel Rivas
 
Páginas: 301
 
Editorial: Aguilar
 
Precio: 14 euros
 
Año de edición: 1994

Este libro rico y variado describe como ninguno una tiera maravillosa, Galicia, el antiguo Reino del Oeste, tierra de excelentes escritores y marisco delicioso. Una región que parece un subcontinente por la riqueza de tradiciones y densidad de valores culturales que encierra. A pesar de que sólo tiene unos 30 000 km2 y no llega a los tres millones de habitantes, tiene la mitad de poblaciones de toda España y la friolera de casi cuatro mil parroquias.

Es una región pequeña, pero es todo un universo, un microcosmos provincial, rural y pobre. Porque a pesar de ser una de las tierras más ricas de la península, ha sido también tradicionalmente una de las menos ricas. Rivas desgrana con sabiduria y oficio mil y una historias a cual más interesante y jugosa sobre esta tierra sin par: las 300 especies vegetales identificadas en  el tejado de la Catedral de Santiago, la rapa das bestas, el último oso gallego abatido en 1950, los narcos y los contrabandistas, que en Florida hay negros que falan galego (la emigración hace milagros), los barcos pirata que se reconvirtieron y empezaron a llevar peregrinos...

Una riqueza increíble de un pueblo que ha sufrido una inmigración tan intensa que desperdigó por todo el mundo a dos millones de gallegos y dejó otros dos en Galicia, que ha hecho que haya en un pueblecito una comunidad de 3 500 jubilados llegados de EE. UU. encantados de volver a su tierra y radioaficionados que hablan con sus padres en Australia y les saludan con un melancólico: «Hola, desde la tierra del adiós».

No se escamotean los aspectos más negativos de los gallegos, como el que no hayan sido muy valorados en el continente americano (donde gallego es casi un insulto) excepto en Estados Unidos, o la mala fama que tienen, aquello de que si están en una escalera no se sabe si suben o bajan. Como dijo un gallego insigne, el pintor Laxeiro, «Qué fermoso pais, pero que carallo de xente».

El libro dedica cierto espacio a la bella Catedral de Santiago de Compostela (la Rosa de Piedra) y al fenómeno de la peregrinación, a la figura de Manuel Fraga y a una larga serie de gallegos ilustres que triunfaron en los lugares más recónditos. Decía John Dos Passos: «Vaya usted al fin del mundo y encontrará un gallego».

Un periplo literario por la historia, la geografíay la cultura de una de las regiones de España que más cosas tiene que contar y que recordar. Un reportaje que es un verdadero alarde, que consigue abarcarlo casi todo, o eso parece al menos al emocionado lector que pasa por las páginas de esta obra sin que ninguna le defraude.

Una obra maravillosa y divertidísima, con la que se aprende una barbaridad de Historia y Geografía Humana. Desgraciadamente esta casi agotado desde hace años y cuesta mucho encontrarlo, pero vale la pena. Si lo véis por ahí, no lo dejéis escapar.

Manuel Rivas (A Coruña, 1957), que ha escrito poesía, novela, ensayo y artículos, es un escritor que escribe habitualmente en lengua gallega y luego se traduce a sí mismo al español, aunque también lo hace en castellano.

Hijo de un albañil y una lechera, publicó su primer artículo en «El ideal gallego» a los 15 años, luego se fué a Madrid a estudiar Ciencias de la Información. Ha colaborado con diversos medios en prensa, radio y televisión. Fué socio fundador de Greenpeace y durante la catástrofe del Prestige colaboró en la formación de la plataforma «Nunca Máis». Ha sido premiado por la sección belga de Amnistía Internacional, es miembro de la Real Academia Gallega desde 2009 y doctor honoris causa por la Universidad de A Coruña.

Sus libros de artículos se utilizan como libros de texto en varias facultades de Ciencias de la Información. Ha visitado este blog con dos de sus mayores éxitos: los libros de relatos «¿Qué me quieres amor?» (Premio Nacional de Narrativa) y «El lápiz del carpintero» (Premio de la crítica).

Manuel Rivas

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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