miércoles, 11 de septiembre de 2013

El mundo perdido - Arthur Conan Doyle


Título: El mundo perdido
Autor: Arthur Conan Doyle 

Páginas: 320

Editorial: Anaya

Precio: 9,50 euros 

Año de edición: 2007


Bueno, después de hablar ayer de un libro francamente durillo, vamos a animarnos con algo más ligero, uno de los mejores ejemplos de novela de aventuras que uno puede llevarse a los ojos. Es una historia basada en la idea de que es posible que en algún remoto lugar inaccesible hayan podido sobrevivir dinosaurios hasta nuestros días.

«El mundo perdido», aunque está escrita en 1912, es un ejemplo prácticamente perfecto de novela decimonónica, una obra redonda, equilibrada, completa, un libro de aventuras con mucha acción, un tema fascinante, un ritmo vertiginoso, que mantiene muy bien el interés, con destellos de fino humor, una cadena de sorpresas que el lector no se espera y un doble desenlace muy conseguido.

Esto es lo que pasa cuando uno de los mejores prosistas en inglés se disfraza de Julio Verne, manteniendo a la vez el fino humor británico. Que el resultado es estupendo. Doyle ironiza sobre cómo hablan los ingleses, los bebedores, las novias exigentes, las disputas entre científicos, el ser humano en general y unas cuantas cosas más.

Por otro lado y como en los libros típicamente decimonóncos, hay un cierto machismo, porque el colmo de la virilidad parece que consiste en prácticar el rugby, el boxeo, la esgrima, la caza y tener un valor temerario. Tambien hay bastante racismo, porque los negros y los indios, la verdad, quedan fatal, y hay algún crimen vergonzoso que aparece como normal e incluso se oculta más tarde. El imperialismo de la época.

Pero hay un puñado de personajes memorables, como el terco y orgulloso profesor Challenger, el estirado profesor Summerlee, el aventurero y deportista John Roxton y, cómo no, el narrador, un joven irlandés algo inocente y confiado. Y por supuesto, los dinosaurios, porque aquí aparecen el repulsivo Pterodáctilo, el impresionante Iguanodonte, el espectacular Estegosaurio, el pesado Toxodón, un montón de animales fantásticos y un depredador pavoroso que no puede ser otro que nuestro querido Tiranosaurio.

Estegosaurio
 
Este libro sirvió de inspiración para que MIchael Crichton escribiese «Parque jurásico», que luego dió lugar a la famosísima película (1993); por cierto, como homenaje a Conan Doyle, Crichton tituló la segunda parte «El mundo perdido».

Una novela de aventuras maravillosa, muy entretenida y bien escrita, que hace soñar a cualquiera con la fantasía de que, efectivamente, pueda haber un valle o una meseta aislada del mundo exterior, en la que hayan podido sobrevivir algunos dinosaurios. 

Arthur Ignatius Conan Doyle (Edimburgo, 1859 -1930), nació en una familia católica y con inquietudes artísticas. Hiho de un padre alcohólico, su madre le envió a un colegio jesuita para alejarle del ambiente familiar. Estudió Medicina y parece que en la Facultad tomó a dos profesores como modelos para Sherlock Holmes y para el profesor Challenger. Fué amigo de  J. M. Barrie, el creador de Peter Pan, e intentó ser médico naval, medico de cabecera y oftalmólogo, pero fracasó en las tres cosas.

Entonces se dedicó a escribir y a practicar el rugby, el fútbol, el golf y el boxeo, y parece que todas esas cosas se le daban bien. Su afán de aventuras le llevó a participar como médico militar en la Guerra de los derviches (Sudán), en la Guerra de los Bóeres (Suráfrica) y en la Segunda Guerra Mundial, y justificó la posición británica en todas ellas en varios artículos. 

Además de las archiconocidas aventuras de Sherlock Holmes, publicó más de sesenta títulos, todos muy notables. Especialmente recomendables son sus novelas históricas y sus relatos de aventuras.  
           
Arthur Conan Doyle, sorprendido in fraganti
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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