domingo, 20 de enero de 2013

Rubén Darío

Rubén Darío en 1915

Un 18 de enero, un día como el viernes pasado, nació Rubén Darío (1867-1916) en Metapa, hoy Ciudad Darío, una pequeña ciudad del departamento de Matagalpa (Nicaragua), a 90 km al norte de la capital, Managua. Es el poeta nicaragüense que escribió estos versos mágicos que todos hemos repetido alguna vez:

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Gran poeta, de versos brillantes, sonoros y rotundos, fué la voz más importante del modernismo en el continente, aprendió maneras de los poetas franceses y es el poeta más influyente del siglo XX en hispanoamérica. Aquí podéis leer una selección de sus poemas, entre los que están la «Marcha triunfal», el delicioso cuento «A Margarita Debayle» o la famosa «Sonatina».

Félix Rubén García Sarmiento nació de un matrimonio entre primos segundos, turbulento y problemático debido a la afición de su padre al alcohol y las mujeres. Su hogar abundó en situaciones difíciles y el niño fué criado por sus tíos abuelos. Estudió con los jesuitas, aprendió a leer a los tres años, a los doce escribía ya sonetos, a los trece publicó su primer poema en un periódico y a los catorce, su primer libro titulado «Poesías y artículos en prosa».

Dotado de una facilidad natural para el ritmo y la rima, se hizo famoso como poeta niño. Tomó el apellido «Darío» del que creía de niño que era su padre, su tío abuelo, como parte de su seudónimo. Tenía una memoria espectacular y le invitaban a menudo a dar recitales de poesía en fiestas y reuniones sociales. Desde muy joven alternó su actividad de poeta con la de periodista, publicando artículos y reportajes, incluso llegó a dirigir un periódico durante algún tiempo.

Conoció la protección de varios mecenas y poetas reconcocidos, lo que le hizo vivir algunos años en El Salvador, donde contrajo la viruela, Chile, Argentina y Guatemala. Fué un hombre muy viajero, que se movió por todo Centroamérica y visitó Brasil, España, Europa, Estados Unidos y medio mundo. Llegó a ser embajador y cónsul nicaragüense en España, lo que le permitió vivir con holgura.

Estuvo casado dos veces y al final de su vida, tuvo una larga relación sentimental que no pudo convertir en matrimonio por no conseguir el divorcio de su segunda esposa. Falleció relativamente joven, como consecuencia de un alcoholismo avanzado.

Su poesía, bella, culta, elevada, sonora, musical, influyó a un gran número de autores en español a los dos lados del Atlántico. Absorbió muchas cosas de los poetas franceses, en especial de Paul Verlaine, hasta el punto que él mismo llegó a a decir que «El Modernismo no es otra cosa que el verso y la prosa castellanos pasados por el fino tamiz del buen verso y de la buena prosa franceses».

Es un poeta muy importante, fácil de leer y recomendable para todas las edades. Nos habla de princesas y paladines, piedras preciosas, animales exóticos, flores tropicales; nos llena el oído de nelogismos, palabras cultas sonoras y sugerentes; nos lleva a un reino de ilusión y fantasía, y todo lo envuelve en una musicalidad extraordinaria, porque sabe, sabía, que en poesía el ritmo lo es todo. 

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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